Vampiros en la antigua Grecia

No todos los vampiros tienen acento rumano. ¿Vampiros en la tierra del sirtaki, del vino resinoso, las brochetas y el sexo anal? Sí, sí, no son rumanos todos los chupasangre.

vampiros-lamia

Historias de Lamias

En la tragedia griega nos enfrentamos con los mayores derramamientos de sangre. La empusa o lamia, es un demonio que poseía cuerpo material, pero no formado por carne y huesos.

El poeta inglés Keats basó su poema Lamia en la siguiente leyenda que aparece en la Vida de Apolonio de Tiana, de Filóstrato. Este habla de un discípulo de Apolonio.

Entre los más recientes se encontraba Menipo, un licio de veinticinco años de edad, provisto de buen juicio y de un cuerpo de tan bellas proporciones que más bien parecía un elegante y noble atleta. La mayoría de la gente creía que Menipo era amado por una mujer extranjera, muy hermosa, delicada y rica; sin embargo, no poseía ninguna de estas cualidades: todo era aparente.

Un día, yendo solo por el camino, se encontró con una aparición, una mujer que cogió su mano y le aseguró que hacía mucho tiempo que estaba enamorada de él, que era fenicia y vivía en un barrio de Corinto cuyo nombre le dio, diciéndole:

“Cuando llegues allí esta noche oirás mi voz cantándote; te daré un vino que jamás has bebido antes y no habrá rival que te moleste; nosotros dos, hermosos seres, viviremos juntos.”

El joven asintió, porque, aun siendo filósofo convencido, era susceptible a las tiernas pasiones. Aquella noche fue a verla y a partir de entonces se le vio constantemente en su compañía. Decía amarla porque aún no se había dado cuenta de su naturaleza.

Apolonio observa a Menipo como lo haría un escultor; trazó la silueta del joven y la examinó.

Después de hallar sus puntos flacos, le dijo:

-Eres un joven atractivo y hermosas mujeres te asedian, pero en este caso estás acariciando a una serpiente y una serpiente te acaricia a ti.

Ante la sorpresa de Menipo, Apolonio añadió:

-Esta dama es de una clase con la que no puedes casarte. Además, ¿ Porqué habrías de hacerlo? ¿Crees acaso que te ama?

-Claro que lo creo-respondió el joven-, ya que se comporta como si me amase.

-Entonces, ¿te casarías con ella?- preguntó Apolonio.

-¿Por qué no? Ha de ser maravilloso casarse con una mujer que le ama a uno.

Apolonio preguntó a Menipo por la fecha de la boda.

-Quizá mañana-contestó-, no tenemos por qué retrasarlo.

Apolonio aguardó con impaciencia el momento del banquete nupcial. Y entonces, presentándose a sí mismo a los invitados recién llegados, dijo:

-¿Dónde está la exquisita mujer a cuya invitación habéis acudido?

-Aquí está-replicó Menipo enrojeciendo al tiempo que se alzaba ligeramente de la silla.

¿Y a quien pertenece la plata, el oro y el resto de la ornamentación de la sala del banquete?

-A la dama-replicó el joven-. Esto es todo lo que poseo-dijo, señalando la capa que vestía.

Apolonio dijo:

-¿Has oído hablar de los jardines de Tántalo, que tan pronto existen como desaparecen?

-Sí-respondieron ambos-, en los poemas de Homero, ya que, ciertamente, nunca hemos ido al Hades.

-Pues lo mismo ocurre con lo que nos rodea en estos momentos, ya que no es real, sólo lo parece. Para que puedas comprender la verdad de mis palabras te diré que esta bella mujer es uno de los vampiros, es decir, uno de esos seres a los que muchos llaman lamias y duendes.

Estos seres se enamoran y dedican su vida a las delicias de Afrodita, pero en especial a devorar la carne de los seres humanos. Atraen con sus caricias a todos aquellos a quienes desean devorar.

La dama repuso: -Deja de decir tonterías y vete de aquí.-

Pretendía estar disgustada por las palabras de Apolonio y no cabía duda de que se sentía inclinada a mofarse de los filósofos, diciendo que sus palabras carecían de sentido.

Sin embargo, cuando quedó demostrado que las copas de oro y los objetos de plata eran tan ligeros como el aire y estos se confundieron con la luz, desapareciendo ante sus propio ojos, mientras los escanciadores de vino y todo el tropel de servidores se esfumaba tras las palabras pronunciadas por Apolonio, el espectro pretendió llorar e imploró que no la torturara y no la obligase a confesar lo que en realidad era.

Apolonio insistió sin ablandarse hasta que admitió ser un vampiro, que había estado embaucando a Menipo procurándole placeres antes de devorar su cuerpo, ya que necesitaba alimentarse con cuerpos jóvenes y hermosos, de sangre fuerte y pura.

He relatado la más conocida historia de Apolonio en toda su extensión, porque he creído necesario hacerlo así; muchas personas conocen el hecho y saben que se desarrolló en el centro de la Hélade; solo saben, de modo vago, que atrapó a una lamia en Corinto, pero nunca han sabido cómo sucedió y que lo hizo para salvar a Menipo. Yo debo este conocimiento a Demetrio y a sus escritos.

vampiros-lamias-lilit
La diosa alada mesopotámica Lilit, atada y con pies en forma de garras de animal. Placa Burney, barro cocido, comienzos del II milenio a.C. París, Museo del Louvre.

lamia-serpiente-brazo
Una lamia contemplando una serpiente en su brazo

lamia
Hoy me he puesto algo sencillo…

Otras tipologías de no-muerto griego

Otros bebedores de sangre de la antigua Grecia eran los manie (seres de una deformidad aterradora), los larve o larvae, espíritus que llevan consigo la marca de algún crimen, o la marca de un fin trágico y violento, que devoraban niños, el mormo (un espectro femenino), los gilo (fantasmas nocturnos) y las striges, que se presentabas como hermosas mujeres vampiro y como aves de rapiña chupadoras de sangre que también se inclinaban por la sangre de recién nacidos, a los que arrebataban de sus cunas mientras producían un sonido estridente.

Ovidio, autor latino nacido en el 43 a. C. describe a estas últimas en sus Fastos:

Hay unos pájaros voreces, no los que engañaban
Las fauces de Fineo con los manjares,
Pero tienen la descendencia de ellos.

Tienen una cabeza grande, ojos fijos, picos aptos para la rapiña,
las plumas blancas y anzuelos por uñas.

Vuelan de noche y atacan a los niños, desamparados de nodriza,
y maltratan sus cuerpos que desgarran en la cuna.

Dicen que desgarran con el pico las vísceras
de quien todavía es lactante
Y tienen las fauces llenas de la sangre que beben.

Su nombre es Stringe;
pero la razón de este nombre es que acostumbrar a graznar de noche de forma escalofriante.

stringe-mormo
Strix, la vampiresa caníbal

Petronio y Marco Anneo Lucano hacen la siguiente descripción sobre la strix Ericto, inhumana habitante de Tesalia que habitaba sepulcros vacíos:

Su fisonomía sacrílega está marcada por una escualidez repulsiva, y su cara, espantosa por su lividez infernal, se inclina sobrecargada de desgreñados mechones; el cielo sereno no la ha visto jamás.

Si un nimbo y negros cúmulos ocultan los astros, entonces es cuando la Tesalia sale de las despojadas tumbas en pos de los rayos nocturnos.

Con sus pisadas deja quemadas las semillas de las mies feraz, y con su aliento corrompe el aire que no era mortal. Sepulta en la tumba almas llenas de vida que todavía rigen los cuerpos; a otros a los que los hados les reservaban años de vida se les ha presentado la muerte, sin ella quererlo; pervirtiendo las exequias, saca los cadáveres de los túmulos, y los restos mortales escapan de las mismas tumbas.

De en medio de las piras roba las humeantes cenizas y huesos calcinados de jóvenes y hasta la antorcha que sostenían sus padres; recoge los residuos del lecho sepulcral que vuelan en oscura humareda, los vestidos que se deshacen en cenizas y el rescoldo que huele a cadáver.

Desde luego es mejor que “cuidado con el perro”
Desde luego es mejor que “cuidado con el perro”

Mas cuando se han enterrado bajo piedras y pierden los humores internos, y consumida la médula de los cuerpos corruptos se endurecen, entonces se encarniza ávidamente contra todos los miembros, hunde las manos en los ojos, se extasía vaciando los helados globos y les roe las pálidas excrecencias de las manos desecadas.

Se sitúa junto a los cadáveres dejados en la tierra desnuda antes que las fieras y las aves rapaces, y no despedaza los miembros con el hierro o con sus propias manos, sino que espera a que los muerdan los lobos, dispuesta a arrebatar de sus ávidas fauces los desmembrados trozos.

No duda ante el asesinato si necesita sangre caliente, la primera que brota al abrir el cuello, si las fúnebres mesas exigen entrañas palpitantes; así, abriendo el vientre, y no por donde la naturaleza reclama, extrae los fetos para colocarlos en aras ardientes.

Arranca el vello de un cadáver en la flor de la vida, arranca con la mano izquierda la cabellera de los efebos moribundos. A menudo, en el funeral de un pariente, la sanguinaria maga Tesalia se abalanza sobre los miembros queridos y, dándoles un beso, les mutila la cabeza, les abre la boca oprimiéndosela con los dientes y, mordiéndoles la lengua pegada al paladar reseco, desliza un murmullo en sus labios helados, transmitiendo así algún nefando secreto a las sombras de la Estigia.

lamia-moda-vampirica
Moda vampírica: Temporada otoño-invierno

Si has llegado hasta aqui es que te gustan los vampiros, enhorabuena, a mi tambien.

por J.C Noguera

Compartir este artículo

1 comentario en «Vampiros en la antigua Grecia»

Deja un comentario