Soledad e identidad en la psicología del siglo XX

Tanto nuestro proceso de análisis como nuestra exposición se verán reforzados si escogemos un momento de la historia con el que poder comparar nuestra era actual de las aplicaciones. Creemos que el mejor momento es hacia la mitad del siglo XX y que el mejor «lugar» son los Estados Unidos de la clase media.

la multitud solitaria rebano ovejas

Hemos elegido esta época porque es la última en la que se puede escribir sobre la sociedad sin hacer referencias explícitas a los ordenadores; porque es la época en la que creció Howard (nuestro ejemplar de inmigrante digital); y porque además es el periodo en el que se publicaron dos importantes referencias literarias (una en el ámbito de la psicología y la otra en el de la sociología) que han sido fundamentales a la hora de enmarcar nuestro trabajo.

En 1950, David Riesman y sus colegas publicaron un estudio sociológico titulado «La muchedumbre solitaria«, en el que plasmaron este periodo de forma memorable. En su opinión, durante los periodos anteriores de la historia estadounidense habían predominado dos formas de carácter nacional. Las personas orientadas a la tradición tomaban como ejemplo a las generaciones anteriores a la hora de decidir en qué había que creer o cómo había que comportarse.

David Riesman.
David Riesman

En este contexto, podríamos pensar en familias procedentes del Viejo Mundo y cuyas figuras patriarcales y matriarcales solían dictar qué es lo que debía hacer o no la generación siguiente. Las personas con orientación interna tomaban a la generación precedente como punto de partida, pero intentaban desarrollar un sentido moral interno que gobernara tanto su conducta como su sistema de creencias.

El prototipo de persona con orientación interna cortaba sus vínculos con el hogar de procedencia y partía hacia el Lejano Oeste, a las grandes ciudades o a los confines de su imaginación, en busca de fama y de fortuna.

El emergente grupo de personas con orientación externa no se fijaba en las generaciones precedentes (como hacían las orientadas a la tradición) ni en un sistema interno de valores personales (como las orientadas internamente).

colonos estados unidos

Según la formulación de Riesman, las personas con orientación externa tomaban como ejemplo a sus vecinos, a sus iguales, a modelos y «expertos» reputados a los que conocían a través de los medios de comunicación y a los que recurrían a la hora de tomar decisiones sobre creencias, conductas y, sobre todo, consumo.

Los medios de comunicación masivos (radio, televisión y cine de Hollywood, que quizá fue el elemento más potente) resultaron determinantes en la emergencia de esta mentalidad orientada al otro; en esa época, todos ellos se habían consolidado y habían pasado a formar parte de la conciencia colectiva del país, si no del mundo más allá de sus fronteras. (No podemos evitar preguntarnos si Riesman y sus colegas habrían introducido una cuarta variante de carácter «orientado a las aplicaciones», en el caso de haber adaptado su obra a la actualidad.)

Ciertamente, la presidencia de Dwight Eisenhower (1953-1961) destaca como un periodo de conformidad y de consenso (como mínimo superficial) acerca de lo que constituye una sociedad viable, una sociedad buena.

Dwight Eisenhower.
dwight eisenhower

Fue también la era de El hombre organización, The Wise Men, The Uncommited o La élite del poder (por citar solo algunos de los libros más vendidos sobre este periodo) y se caracterizó por una relativa falta de agitación; por la aceptación de una autoridad centralizada (en lugar de procedente de las generaciones anteriores o de la brújula moral interna); por la tendencia a cuidarse de los propios asuntos, sin inmiscuirse indebidamente en cuestiones políticas; y, quizás, por el cuidado soslayamiento de lo que luego se denominaría «temas calientes» (raza, sexo y, por supuesto, los conflictos entre generaciones).

En 1950 también se publicó otro libro muy influyente, «Infancia y sociedad«, del psicoanalista Erik Erikson. Si «La muchedumbre silenciosa» es recordado por las tres orientaciones que han caracterizado a la sociedad estadounidense a lo largo de la historia, «Infancia y sociedad» destacará por su planteamiento de las ocho crisis vitales a las que se enfrenta toda persona a lo largo de su existencia.

Erik Erikson.
erik erikson

Se trata de tensiones o crisis inevitables; no hay modo de esquivarlas. De hecho, cuando se intentan cortocircuitar o atajar prematuramente, la falta de resolución adecuada afectará a la persona durante el resto de su vida.

Las crisis más relevantes para nuestra investigación son las tres a las que se enfrentan los jóvenes durante los años que van de la mediana infancia a la madurez adulta. Según Erikson, la primera de estas crisis «de la adolescencia en adelante» gira en torno al reto de la formación de la identidad.

soledad sociedad

Una vez superada la infancia, todos debemos construir una personalidad que encaje cómodamente con nuestros deseos y aspiraciones; sin embargo, la formación de la identidad no puede darse en una burbuja subjetiva: también debe tener sentido para la comunidad y el entorno.

Aunque se acepta que el periodo de formación de la identidad pueda dilatarse, en lo que en ocasiones se describe con el formidable descriptor de «moratoria psicosocial», lo cierto es que, si la identidad no se forma y se expresa de manera adecuada, las consecuencias distan mucho de ser agradables.

Se puede acabar con una mezcla de identidades insuficientemente formuladas, lo que se conoce como «difusión de identidad» o «confusión de roles» (la carga del «hombre organización» de las grandes corporaciones o la de Willy Loman, el desarraigado viajante de Arthur Miller); también puede acabarse con una identidad que se opone a los valores más importantes de la sociedad o «identidad negativa» (la carga de los Rebeldes motoristas o de los hijos irresponsables y rebeldes de Willy Loman).

identidad

Y como las crisis no resueltas, o resueltas insatisfactoriamente, afectan al curso de la vida, las personas que carecen de una identidad sólida y coherente tienen dificultades a la hora de forjar relaciones íntimas, de criar a la próxima generación y de sentirse realizadas al final de su vida.

Tras la resolución (satisfactoria o no) de la «crisis de identidad», se nos presenta el reto de la búsqueda de intimidad: la capacidad de establecer relaciones profundas y significativas con los demás y muy especialmente con la pareja.

En el mundo que describe Erikson, la capacidad de establecer relaciones multifacéticas y duraderas (con una o varias personas) es de una importancia fundamental. Si esta capacidad está ausente, aparecen el aislamiento, la soledad y la desconexión.

soledad

Tal y como explicaremos en otro artículo, varios expertos en tecnologías digitales han formulado la hipótesis de que, a pesar de las múltiples conexiones electrónicas que establecen y aunque pudiera parecer paradójico, muchos jóvenes de hoy se sienten aislados.

Erikson describe las crisis de la madurez (aproximadamente las décadas comprendidas entre los 30 y los 50 o 60 años) centrándolas en la generatividad frente al estancamiento.

Generatividad entendida en su sentido literal: la persona generativa forma una familia y cría a su descendencia, además de guiar a otros de quienes también es responsable; en lugar de limitarse a repetir lo que ha sucedido con anterioridad, la persona generativa tiene la capacidad de utilizar sus conocimientos y sus habilidades para impulsar pensamientos nuevos, abrir nuevos escenarios, contribuir a la sociedad y vivir de un modo que pueda inspirar a los demás.

La otra cara de la moneda es la posibilidad de que, por el motivo que sea, la persona madura no pueda formar una familia de ningún tipo o vea coartado el desarrollo de su capacidad de creación y de imaginación. Al igual que el agua que no corre, esta vida madura queda estancada, en «reposo» permanente.

familia antigua

Nos recuerda a Biff Loman, cuando se lamenta ante Linda, su madre: «Mamá, no puedo agarrarme, no puedo agarrarme a ningún tipo de vida». Por nuestra parte, hemos centrado la investigación en las capacidades cognitivas que nos permiten pensar y actuar de maneras nuevas e ir más allá de (o incluso contradecir) las pautas que marcan la tradición o los demás: las hemos llamado «capacidades imaginativas».

Un inciso: aunque aparece antes de la adolescencia, la cuarta crisis vital (laboriosidad frente a inferioridad) también puede ser relevante para nuestro estudio. Los jóvenes laboriosos dominan los diversos retos y tareas de la sociedad; en el caso de la sociedad moderna, los retos son, fundamentalmente, los que se plantean en la escuela. Si esta crisis se resuelve bien, la adolescencia debería ser relativamente tranquila.

Cabría especular con que la capacidad de usar aplicaciones y de conocer bien el conjunto de aplicaciones allana el camino hacia la adolescencia, siempre que las aplicaciones se entiendan y se utilicen adecuadamente. Sin embargo, lo que constituye un uso adecuado no es en absoluto evidente; y, si adaptamos la terminología de Riesman a la sociedad actual, creemos que cada vez más jóvenes son app-dependientes, en lugar de app-capacitados

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