La señora M. y su marido se habían acostado, pero ella, envuelta en un salto de cama, estaba recostada en la parte exterior de la misma, esperando el momento de alimentar a su hio, que dormía en una cuna próxima. La luz estaba encendida todavía, y la puerta de la habitación cerrada.
La señora M. siguió contando su historia: «Estaba justamente tratando de incorporarme cuando, con asombro mío, vi parado a los pies de la cama a un caballero que vestía el uniforme de los oficiales navales y llevaba una gorra de marino con visera muy prominente. Por la posición de la luz, el rostro quedaba en la sombra para mí, lo cual se acentuaba a causa de que el visitante permanecía con sus brazos apoyados en la barra de la cama.
Yo estaba demasiado asombrada para sentir miedo, pero simplemente no comprendía qué podía ser aquello: inmediatamente sacudí el hombro de mi marido (que dormía con la cara vuelta hacia mí) y le dije:
– Samuel, Samuel, ¡mira eso!
Mi marido se volvió para mirar hacia donde le indicaba y permaneció durante uno o dos segundos contemplando al intruso, en un estado de absoluta perplejidad; después gritó:
– ¿Qué diablos está usted haciendo aquí?
Mientras tanto, la forma se había incorporado y exclamaba ahora con una recia voz de mando, aunque cargada de leve tono de reproche:
– ¡Samuel, Samuel!
Observé a mi marido; vi que su rostro estaba pálido y era presa de gran agitación. Cuando me volví hacia él observé que saltaba del lecho, como si se dispusiera a atacar a aquel hombre; pero permaneció de pie junto al borde de la cama, como embargado por el temor o sumido en una gran perplejidad, mientras la figura se movía lenta y tranquilamente hacia la pared que estaba en ángulo recto con la lámpara, en la dirección de la línea punteada (en el relato se incluía un diagrama).
Al pasar por delante de la lámpara, una sombra densa, como la que habría producido el cuerpo de una persona al interponerse entre la lámpara y nosotros, se extendió por la habitación, y, finalmente, la figura desapareció dentro de la pared. Mi marido, que parecía muy agitado, tomó la lámpara y volviéndose hacia mí exclamó:
– Quiero registrar toda la casa hasta ver dónde se ha metido.
En ese momento yo también estaba demasiado agitada, pero recordando que la puerta estaba cerrada y que el misterioso visitante no se había dirigido hacia ella, se lo hice notar:
– No ha salido por la puerta.
Pero mi marido no me hizo caso; sin detenerse descorrió el cerrojo, se lanzó fuera de la habitación y registró toda la casa.»
Una vez que hubo desaparecido la imagen espectral, surgieron las preguntas acerca de qué anunciaría dicha aparición. La señora M. se mostró muy preocupada, pues pensaba que tal vez su hermano, que servía en la Marina, habría sufrido algún accidente. Pero su esposo la calmó por completo al indicarle que el espectro que había visto no era otro que el fantasma de su padre. Su relato continúa de la siguiente manera:
– «El padre de mi marido había muerto hacía catorce años: Había sido oficial de la Marina en su juventud.»
El sentido de la aparición le fue narrado, una semanas después, a la señora M. por su marido, contándole a este respecto que habiendo atravesado por una crisis financiera, se propuso aceptar los consejos de un individuo que, si los hubiese llevado a cabo, le habrían costado la ruina. Gracias a la aparición de su padre se negó a prestar oídos a tan vil sujeto.
Que bonita historia, estaba muy intrigada leyendo para saber que pasaba.
Un saludo.