Chistes de médicos

En el hospital reciben una llamada telefónica de urgencia:
– ¡Mi mujer va a dar a luz!
– ¿Es su primer hijo?
– No. ¡Soy su marido!

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– Doctor, ¿qué tengo?
– No lo sabemos, pero todas las dudas las aclararemos en la autopsia.

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– Pues he ido al médico y me ha quitado el whisky, el tabaco y las drogas.
– Anda, pero… ¿vienes del médico o de la aduana?

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El doctor le diagnostica al paciente:
– No podemos hacer otra cosa, tenemos que operarlo.
– ¿Cuánto me costará la operación?
– Dos millones y medio.
– ¡Qué barbaridad, con eso podría comprarme un coche!
– Pues eso es precisamente lo que voy a hacer yo.

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– Doctor, doctor, me he roto el brazo en varios sitios.
– Pues le recomiendo que no vuelva a esos sitios.

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– Doctor, doctor, me duele aquí.
– Huy, eso es apendicitis fijo tendremos que operar ahora mismito.
– ¿Pero qué dice? Yo quisiera tener una segunda opinión.
– Bueno, también opino que está muy buena.

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El médico le comunica al paciente:
– Tiene los ojos desorbitados, está bilioso, los pómulos señalados y el labio caído.
– Pues anda que usted deja mucho que desear.

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– El médico me prohibió el alcohol.
– Qué lástima, ¿ni siquiera el vino?
– Ni le pregunté, que ese es capaz de prohibírmelo también.

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Si lo piensas bien, más vale no fiarse de los cirujanos: son expertos en el manejo de cuchillos, se ponen máscaras para no ser reconocidos y usan guantes para no dejar ninguna huella.

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La madre de Pepito le llevó al médico porque andaba algo pachuchillo:
– Mire, le tengo que poner antibiótico. – dijo el doctor tras examinarle detenidamente.
– ¡Pero a mí me gusta Pepito!

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– Doctor, tengo un gran problema. Estoy perdiendo la memoria.
– ¿Y cuánto tiempo hace que ha experimentado la pérdida?
– ¿Cuánto tiempo hace de qué?

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– Humm… veo en su ficha que es soltero. ¿tiene usted actualmente alguna relación monogámica?
– Si… bueno, en realidad tengo varias.

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– Doctor, tengo tendencias suicidas, ¿qué debo hacer?
– Págueme por anticipado, por favor.

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Dos amigos que se encuentran por la calle, y uno de ellos camina con las piernas arqueadas, que parecía un vaquero. El otro le pregunta extrañado:
– Oye Juan, ¿qué tal?
– Bien, pero ayer fui al médico y me dijo que tenía el colesterol muy alto.
– ¿Qué tiene que ver el colesterol con caminar así?
– Pues que el doctor me dijo que los huevos, ni tocarlos.

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– Doctor ¿cómo está mi corazón?
– Pues lo veo chungo, pero no se desanime, durará tanto como usted.

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Durante un partido de fútbol, a uno le dan un balonazo en los huevos. Como el tío estaba retorciéndose del dolor, el árbitro mandó a los del banquillo que lo llevaran a la facultad de medicina que estaba cerca. Cuando llegan a la facultad, le dicen al de recepción:
– Oiga, veníamos para ver si podían hacer algo por este hombre, que tiene un huevo colgando.
– Lo sentimos, pero esta es la facultad de derecho.
– Jo tío, no sabía que había una facultad para cada huevo..

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– Doctor, tengo los dientes demasiado amarillos, ¿qué me recomienda?
– Pues corbata marrón.

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– Doctor, doctor, que se me juntan las letras.
– Pues páguelas, hijo, páguelas.

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– Mi médico es un matasanos, estuvo tratando a mi esposa del hígado durante 20 años y al final se murió del corazón.
– El mío va más allá: si te trata el hígado, seguro que la palmas del hígado.

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– A ver señorita, desnúdese completamente.
– Pero si su colega me revisó hace cinco minutos y me dijo que estaba fantástica.
– Precisamente por eso, quiero comprobarlo.

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