Madonna: El diario de Evita (Parte 2)

Seguimos con la segunda entrega de una serie de notas a modo de diario que Madonna fue escribiendo mientras se desarrolló la filmación de la película «Evita». Fueron publicadas en la revista Vanity Fair en noviembre de 1996.

madonna eva peron el diario de evita
Madonna interpretó a Eva Perón en el musical «Evita».

PARTE 2 de «El diario de Evita»

Viernes, 2 de febrero de 1996

Soñé que Sharon Stone me invitaba a su casa porque quería conocerme mejor. Fui, con ciertas reservas, y la encontré en el baño con un traje rojo y toda maquillada. Oímos voces en el exterior, ya que alguien llamó al timbre, y Sharon sumergió la cara en el agua, para demostrarme que no le importaba que la gente la viera con mal aspecto.

Abro la puerta y me encuentro a Courtney Love, con el vestido hecho jirones, y apuntándome con una escopeta, gritando: «Sé que estáis las dos ahí, os mataré». Entonces se pone a reír como una loca, diciendo que es tan solo una broma.

Mi perro empezó a ladrar y me desperté. Gracias a Dios. Otra razón por la que no tomar Xanax para dormir. Estoy tan cansada hoy… He estado bailando horas en los ensayos con cuatro diferentes bailarines de tango, y cada cual me ha aterrado de un modo distinto.

madonna evita filmando
En este diario, Madonna nos cuenta sus pensamientos durante el rodaje de «Evita».

Tres eran mayores, y tenían un aspecto gracioso. El otro era joven, y también tenía un aspecto gracioso. Pensaba que era una bailarina de tango bastante decente, hasta que he bailado con estos hombres. Los tres mayores fueron muy pacientes, pero el joven se pasó todo el rato intentando demostrar lo bueno que era, y llevaba encima demasiada colonia.

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Me encanta el tango, pero sé que tengo que practicar mucho más, así que dedicaré la tarde del domingo a ensayar con ellos. Esta noche tengo otra cita secreta con Constancio. Espero que me traiga buenas noticias.

Mañana llega Antonio Banderas, y la prensa está intentando vender la historia de un supuesto enfrentamiento entre su novia y yo, lo que es estúpido por completo, porque todo el mundo sabe que jamás saldría con un hombre que usa botas de vaquero.

Domingo, 4 de febrero de 1996

¡Vaya noche! Decidí celebrar una cena en honor de la vieja guardia con la que me he estado entrevistando estas dos semanas. Mi intención era que Alan los conociera, así que lo invité.

También vino el resto del equipo creativo que trabaja en la película. Vestuario, maquillaje, peluquería, diseño de producción, etc. Se celebró en una de las salas ornamentadas de la primera planta.

madonna argentina 1996
Durante el rodaje de la película, Madonna tuvo que realizar numerosas pruebas y reuniones, algo que dejó anotado en este «Diario de Evita».

Ordené colgar una pintura que encontré en San Telmo sobre la chimenea, encendí velas por todas partes, y apagué las luces. Mambo y tango de fondo. Muy romántico.
Vince Paterson, el coreógrafo, me invitó a bailar un mambo con él; la gente se apartó para dejarnos sitio, y les enseñamos un par de cosas a esos viejos argentinos. De repente, eché de menos Miami; me encanta bailar mambo allí.

PD: El presidente finalmente está de acuerdo en conocerme. La cita es el miércoles, en una isla lejana a la costa. Parece que los únicos medios de llegar hasta ella son en helicóptero o en bote. Todo muy secreto.

Lunes, 5 de febrero de 1996

Me duele el estómago y tengo algo de náuseas. ¿Será, quizá, porque me desperté al alba, habiendo dormido tan sólo dos horas?, ¿o quizá porque me comí una caja entera de galletas en menos de diez minutos?, ¿tal vez porque la conferencia de prensa es mañana, y estoy algo nerviosa?, ¿o es el resultado de la epidemia de cólera que poco a poco se adentra en la ciudad?

madonna argentina guardaespaldas

Sea por la razón que sea, espero que desaparezca pronto. Ya tengo suficientes cosas por las que preocuparme. Mañana me veré las caras con la minoría conservadora que se opone vehementemente a la filmación de esta película. Van a hacerme estúpidas preguntas. Me preguntarán si soy católica, si llevo bragas y si soy una persona solitaria. Sí. Sí. A veces.

Martes, 6 de febrero de 1996

¡Por fin se acabó! Una conferencia de prensa equivale a cien visitas al dentista, Mi corazón palpitaba con tanta fuerza que supuse lo escuchaba la habitación entera. Después de todo, no ha sido tan horrible como esperaba. Un par de preguntas raritas a cargo de unas mujeres con aspecto de no tener demasiado amor en sus vidas.

Jonathan Pryce, que interpreta a Juan Perón, estuvo bastante ingenioso. Dos chicos guapos se sentaron en la primera fila, y se pasaron la tarde mandándome besitos y vocalizando «te quiero». Me animó inmensamente verlos allí.

Sigo leyendo críticas horribles sobre mí, incluso en los periódicos americanos, y de algún modo consiguen hacerme daño. Soy incapaz de acostumbrarme a la hostilidad provocada por el miedo y la envidia. Un deseo básico e instintivo por el que un humano desea ver el fracaso de otro humano.

madonna prensa argetina
Madonna copó los medios de comunicación en 1996 con su visita a Argentina.

La parte positiva es que David Caddick, el director musical, a quien adoro de todo corazón, ha llegado. Mañana cenaremos. Estoy tan contenta de que esté aquí. Oh, se me olvidaba. Un coro se puso a cantar bajo mi balcón. Fue genial.

Jueves, 8 de febrero de 1996

Ayer soñé con Evita. Al mismo tiempo, podía verla desde el exterior, y sentir todo lo que llevaba dentro. Era una espectadora, pero la propia Eva a la vez. Pude sentir su tristeza, el peso de la lucha infatigable que sostenía. Me sentía ansiosa, hambrienta, necesitaba darme prisa.

Cuando el helicóptero se elevaba del suelo, camino de la reunión con Menem, comencé a pensar cómo me sentiría si, como Evita, supiera que me estaba muriendo de cáncer. Comprendí entonces el estado febril en el que Evita vivió sus últimos años.

Necesitaba que su vida tuviera sentido. No tenía tiempo para la burocracia de los gobiernos. Necesitaba resultados tangibles. La idea de la muerte resulta menos terrible si dejas un legado a tus espaldas, y Eva no quería ser recordada como una chica de pueblo, o como una actriz de serie B, o como la esposa del presidente.

Quería ser recordada por su bondad. El deseo de alguien que ha sido déspotamente incomprendido.

El presidente Menem es un hombre muy agradable. Me sorprendió lo bien que le caí. El helicóptero aterrizó en mitad de una hermosa isla situada en el delta del El Tigre. Cientos de flamencos echaron al vuelo al vernos llegar.

Cuando me dirigía hacia el presidente (bajito, desafiante y de tez morena), un pequeño cervatillo se acercó hasta mí y me acarició con el morro, como diciéndome: «no te preocupes, eres bien recibida en este lugar».

Me sentí como en un cuento de hadas. Junto al presidente estaban un grupo de hombres de aspecto sospechoso y una preciosa mujer mayor que hizo las veces de traductora. Nos sentamos inmediatamente.

Sus ojos recorrieron palmo a palmo todo mi cuerpo, atravesándome. Un hombre muy seductor. Me di cuenta de lo pequeños que eran sus pies, y también de que se tinta el pelo de negro. Me dijo que tenía el mismo aspecto que Evita, a la que conoció cuando él era muy joven.

Hablamos de mi obsesión por conocer cada detalle de la vida de Eva. No me quitaba los ojos de encima. Los mosquitos comenzaban a devorarnos, así que entramos en el interior de la hacienda.

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Madonna junto a Alan Parker durante una visita a Carlos Menem.

El dueño, muy amablemente, nos trajo champagne y caviar, y no pude resistirme. Puse algunas de las canciones de la banda sonora, para que comprendiera el sentimiento y la intención de este proyecto.

Cuando escuchó la nueva canción en la que Eva le dice a Perón que se está muriendo, pude ver una lágrima en sus ojos. Me di cuenta de que esos hombres de aspecto sospechoso seguían a Menem a todas partes, satisfaciendo cualquier necesidad del presidente.

Parece que estén realmente enamorados de él. Sus peinados daban bastante pena, y no paraban de mirarme con aspecto desagradable. Pillé a Menem mirándome el tirante del sujetador, que asomaba un poquito. Lo hizo durante toda la tarde, y cuando lo miraba, clavaba sus ojos osadamente en mí.

Hablamos de la reencarnación, y de Dios, y de fenómenos parapsicológicos. Me dijo que creía profundamente en la magia. Dijo que es importante tener fe en lo que no tiene explicación, y recordé una frase de «El Alquimista» que dice: «cuando quieres algo con la suficiente fuerza, el universo entero conspira para ayudarte a conseguirlo».

Entonces respiré profundamente, y dije: «Sí, y por eso estoy segura de que cambiará de opinión y nos permitirá rodar en el balcón de la Casa Rosada«. La mesa entera se sumió en un tenso silencio, y el presidente dijo: «Todo es posible». Se me cayó el corazón al suelo.

El dueño se acercó y dijo que era la hora de cenar. Menem me preguntó si deseaba lavarme las manos. Encontré esa costumbre bastante extraña, pero supuse que era un obseso de la higiene. Quizá tenía aspecto de estar algo sucia. O quizá quería ese tiempo para poder hablar sin que yo estuviera presente.

Me pasé bastante tiempo dando vueltas por el baño, y observando la decoración de la segunda planta. Unos quince minutos después, cuando bajé por las escaleras, vi que todos los hombres estaban alrededor de la mesa, esperándome.

El presidente apartó la silla para mí, y cuando me senté, todos los demás se sentaron. ¡La caballerosidad no está muerta! La cena fue bastante sosa, no así la conversación, Hablamos de todo: desde Mao Tse hasta el mambo.

A las once, salimos al exterior, donde el helicóptero nos esperaba con su estructura de insecto gigante. El presidente tomó mi cara entre sus manos, me besó en la mejilla y me deseó buena suerte. Volvimos a la ciudad, y me sentí flotar en el interior de la cabina. Sin duda, me había embrujado. Tan sólo esperaba haber hecho lo mismo con él.

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Madonna en otra reunión con Carlos Menem, esta vez acompañada de Antonio Banderas y Alan Parker.

Viernes, 9 de febrero de 1996

No existen palabras para explicar lo terriblemente cansada que me siento. No he conseguido dormir en días, y cuando lo hago, no siento alivio alguno. Mis sueños son violentos, llenos de traición. Como en mi vida real, no existe escapatoria.

Ahora puedo sentir el peso y la responsabilidad que representan hacer esta película. No puedo hablar de Evita o su vida sin tener que defenderme de las críticas o acusaciones de otros. Me observan vaya donde vaya.

Me critican cuando hablo, y ridiculizan cuando guardo silencio. No existe tal cosa como quietud en mi cabeza. Siento que puedo desplomarme en cualquier instante. Querría llorar en nombre de toda la tristeza que agosta al mundo, especialmente por la mía propia. Dios Santo, ¿dónde me he metido?, ¿qué me pasa?

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Domingo, 11 de febrero de 1996

Ayer, tras diseñar un plan muy elaborado, conseguí escabullirme de mi hotel, oculta en la parte trasera de una furgoneta, cubierta por una manta. Una vez salimos de la ciudad, pude sentarme en el asiento delantero, y disfrutar de la vista y los paisajes. Ni policías, ni guardaespaldas, ni cámaras, ni ruido.

Fui a un rancho privado, propiedad de la compañía que distribuirá la película en Argentina. El conductor, un jugador de polo que posee varios caballos, es uno de los miembros de la compañía.

Luego de una hora de viaje, entramos en una estrecha y mugrienta carretera que atravesaba varias granjas. Nos detuvimos en la última. Al bajarme de la furgoneta, seis de los perros más sucios del mundo se abalanzaron sobre mí, llenándome de barro.

Algunos niños, los hijos de los cuidadores, rieron ruidosamente. Las llanuras se extendían como manchas de tinta hasta donde los ojos alcanzaban. Las vacas pastaban en el campo, mientras hermosos caballos de polo se mantenían impasibles como estatuas a mi alrededor.

Todo parecía tan irreal, como un sueño del que nunca quisiera despertar. La casa en sí misma era el ejemplo exacto de un rancho rural, con un inmenso porche que giraba alrededor, y añosos árboles en las cercanías.

Me sentí plena y contenta de poder observar a los trabajadores alimentando a los caballos y recogiendo las hojas. Sin hacer nada, sin ser observada. Sintiéndome anónima por completo.

Tras mucha insistencia, me armé de valor y logré subirme a uno de los caballos. Pantalones de satén y zapatos de Prada no son el atuendo más apropiado para cabalgar, y sin embargo, conseguí andar e incluso cabalgar a un trote muy lento.

Me vi a mí misma cabalgando a toda velocidad a través del campo, sintiendo el aire en mi cara. Supongo que podría escoger esa vida, si esa fuera mi elección: un marido y unos hijos que me esperaran para cenar. Y entonces recordé que tenía por delante ocho meses de arduo trabajo. Una chica tiene derecho a soñar, ¿a que sí?

Lunes, 12 de febrero de 1996

Hoy conocí a la actriz que interpreta a mi madre en la película, y la amo por completo. He visto su dolor, su tristeza; he visto que es una superviviente. Su inglés es tan bueno como mi castellano, pero de algún modo hemos podido comunicarnos a través del idioma del sufrimiento.

Me contó un sueño que tuvo recientemente. En él, yo era una niña, y apretaba mi cabeza contra su matriz, diciendo que quería volver al interior. Entonces, rompía a llorar.

Si tan sólo supiera cuánto se acerca a la verdad esa imagen… Quizás lo sepa. Mis lágrimas son para ti. ¡Recuerda el sueño! (1). Me ha regalado una preciosa reliquia con una esmeralda incrustada.

Ayer por la tarde hubo una demostración en mi honor. Todos mis fans se reunieron para marchar desde el Obelisco (un monumento situado en el centro de la Avenida Nueve de Julio) hasta mi hotel. Cuando llegaron, comenzaron a gritar Eva/Madonna, para guardar posteriormente diez minutos de silencio.

Entonces empezaron a cantar Like a Prayer, y salí a saludarlos al balcón. Casi me pongo a llorar. Mi vida es tan surrealista aquí…

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Madonna saludando a los fans argentinos que iban a saludarla durante su estancia en el país.

No puedo dormir como antes, y mi felicidad es ahora tan distinta… Hay mucho que aprender en este lugar. Mañana empiezo a rodar como la joven Eva, y estoy mucho más que nerviosa.

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(1) En castellano en el original.

MADONNA: EL DIARIO DE EVITA

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