La primera fotografía de la historia

La primera fotografía permanente, tras diez años de pruebas previas consiguiendo fotografías fútiles, fue lograda en 1826 por el inventor francés Joseph Nicéphore Niépce. Esta imagen fue titulada «Vista desde la ventana en Le Gras» (La cour du domaine du Gras), y muestra una de las vistas a la calle desde la casa de Niépce. Se conserva actualmente en el centro Harry Ransom de la Universidad de Texas.

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Para plasmarla se utilizó una plancha de peltre (una aleación de cobre, plomo, estaño y antimonio), cubierta con un derivado del petroleo llamado Betún de Judea. Producida con una cámara, la imagen requirió una exposición de ocho horas durante la claridad de la luz solar.

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Joseph Nicéphore Niépce (1765-1833)

El proceso posterior es fácil. El betún se endurece ante la luz solar, y el material que no se ha endurecido, se limpia con un disolvente de aceite esencial de lavanda y de aceite de petróleo blanco, mientras que la placa de peltre es abrillantada. De esta forma queda una imagen en negativo que se cubre con tinta y se imprime en un papel.

Niépce empezó entonces a ensayar con compuestos de plata basados en el experimento que realizó el profesor y erudito Johann Heinrich Schulze en 1724. Este último empleó una mezcla de sales de plata (tiza con ácido nítrico) y descubrió que el cloruro de plata y el nitrato de plata se oscurecían al exponerse a la luz.

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Johann Heinrich Schultz (1687-1744)

De todas formas, las fotografías de Niépce no persistían al paso del tiempo, y hubo que esperar a que Louis Daguerre empleara el yoduro de plata y el vapor de mercurio para conseguir resultados más duraderos.

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Louis-Jacques-Mandé Daguerre (1787-1851)

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