El hombre que vivió 18 años en un aeropuerto: el Tom Hanks de verdad

En la época (2004) que se emitió la película de “La terminal” (interpretada por Tom Hanks y Catherine Zeta Jones), se comentó que estaba basada en el hecho real de un hombre que permaneció atrapado en un aeropuerto del que no pudo salir.

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Haciendo un repaso a la historia de este hombre, Mehran Karimi Nasseri, descubrimos que la historia no es exacta a la de la película, donde nos muestran a Tom Hanks detenido en contra de su voluntad en el aeropuerto. De hecho, Nasseri pudo haber salido antes si hubiese accedido a ello. Aunque claro, Tom Hanks tampoco permaneció 18 años suspirando por los huesitos de la Zeta Jones.

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Mehran Karimi Nasseri مهران کریمی ناصری [meɦˈrɔːn kʲæriːˈmiː nɔːseˈriː] nació en 1942 en Irán. En 1973 se marchó a Reino Unido para estudiar el yugoslavo. Durante su permanencia en tierras británicas, participó en varias manifestaciones contra el Sha de Irán (el rey Mohammad Reza Pahlavi), de manera que fue arrestado a su vuelta en Irán en 1975. Durante el encierro de cuatro meses, fue castigado y torturado.

Mas tarde fue expulsado de Irán y comenzó su peregrinación por algunos países europeos, como la antigua Alemania del Oeste y Holanda en 1977, Francia en 1978, Yugoslavia e Italia en 1979 y de nuevo Francia en 1980. Nunca pudo entrar en Reino Unido, y si lo intentaba, le obligaban a volver en cuanto llegaba al Aeropuerto de Heathrow. En una de esas ocasiones, tuvo que marcharse a Alemania del Oeste, y de allí a Bélgica, donde le aceptaron en la Comisión de Refugiados de las Naciones Unidas. En Bélgica permaneció desde 1980 hasta 1986, cuando determinó volver a probar suerte en regresar a Reino Unido.

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Se encaminó al aeropuerto francés Charles de Gaulle, donde dijo que le robaron y no tenía su bolsa de equipaje. De esta manera, consiguió volar hasta el aeropuerto inglés de Heathrow, pero allí no consiguió pasar por la aduana, repitiéndose de nuevo el incidente que ya había vivido en el pasado. Así que tuvo que volver a Francia de nuevo.

En cuanto llegó al aeropuerto Charles de Gaulle, no pudo identificarse y mostrar su condición de refugiado a los guardias franceses, por lo que  tuvieron que trasladarle a una zona de espera, que es donde se destinan los pasajeros sin papeles.

En 1992 consiguió mover algo de papeleo y comenzó algunas acciones legales, pero no se le pudo declarar refugiado, ni tampoco se le podía expulsar del país porque entró como refugiado (extraña contradicción), así que Nasseri continuó su vacilante estancia en la terminal del aeropuerto.

El abogado de Derechos Humanos que tramitó su caso, Christian Bourget, pretendió que la policía belga mandara de nuevo los papeles que atestiguaban el estatus de acogido de Nasseri. Pero estos nunca fueron enviados, ya que requerían que Nasseri se presentara en persona para la identificación de si él era realmente a quien iban a dar la condición de refugiado. El criterio de la ley belga, era que Nasseri había abandonado el país de manera voluntaria y no estaba autorizado para volver, así que nunca pudo viajar a Bélgica para probar su identidad.

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En 1995, el gobierno belga aceptó a restituirle su condición de refugiado si accedía a vivir en Bélgica bajo la inspección de un trabajador social. Nasseri rechazó la oferta, ya que no quería residir en Bélgica, sino en Reino Unido.

En 1999, el gobierno francés le entregó a Nasseri un permiso de residencia temporal y un pasaporte de expatriado, otorgándole la oportunidad de vivir en Francia y marcharse del aeropuerto. Pero Nasseri se negó a firmar los papeles, ya que no le identificaban de manera correcta.

Por aquel entonces, el equilibrio mental de Nasseri comenzó a ser cuestionado, pues decía que no era de Irán y que no sabía hablar árabe. Esto se puede reafirmar con el hecho de que adoptó el nombre de “Sir, Alfred” (con la coma incluida), cuando el gobierno británico le mandó una carta encabezada con ese título.

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Con el paso del tiempo, Nasseri se habituó a vivir en el aeropuerto. Se despertaba a las 5 de la mañana para adecentarse en los baños públicos de la terminal, antes que los pasajeros de los vuelos de la mañana llegasen, y de esta manera se aseguraba una mínima intimidad. Los empleados del aeropuerto le hacían algunos favores, como lavar su ropa, o incluso le dieron como regalo un sofá. Aunque eso sí, si la gente le regalaba alguna prenda, el la devolvía, ya que aseguraba: “No soy un mendigo.” Varios días de la semana, era visitado por el sacerdote y el médico de la terminal, que examinaba su salud.

Nasseri permanecía el día escuchando la radio, leía libros o escribía en su diario. Este diario se convirtió en un libro autobiográfico, “The terminal man”, con la ayuda del autor británico Andrew Donkin.

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Nasseri decía: “Tan sólo me gasto unos pocos euros al día. Desayuno en McDonald’s y después me compro unos cuantos periódicos. El resto del dinero lo ahorro para cuando pueda abandonar este lugar” o “Llevo una especie de vida de marginado, casi nadie habla conmigo. A veces llega a pasar hasta un mes entero sin que pueda hablar con nadie”.

Desde 1994, Nasseri vivía por todo el aeropuerto y le permitían moverse de manera libre por el mismo. De hecho, podía haberse marchado del aeropuerto si hubiese querido, pero él prefirió vivir en la planta baja, donde estaban las tiendas y restaurantes. Para mantener una estupenda salud dental (solo le faltaba un incisivo frontal) usaba los kits desechables de dentífricos que regalaban las líneas aéreas.

Siempre permanecía rodeado de cajas de Lufthansa, que era donde guardaba sus pertenencias. La gente que le conocía, aseguraba que era muy amable: “No hace daño a nadie, y todos por aquí se preocupan por él”, dijo Papa Starr, gerente del restaurante Las Palmas, cercano de donde solía morar Nasseri.

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El 1 de Agosto del 2006, Nasseri se marchó del aeropuerto. Cayó enfermo y fue trasladado al hospital, donde permaneció hasta Enero del 2007. Después fue a un hotel cercano al aeropuerto hasta que el 6 de Marzo del 2007, ingresó en el centro de caridad Emmaus de París. Desde entonces, vive en las calles de París y en albergues.

La publicidad de la película “La terminal” no hizo rico a Nasseri, el cual ni vio la película, al menos en su momento. Aun así, se comenta que la compañía de Steven Spielberg, Dreamworks, le ofreció a Nasseri 250.000 dólares por los derechos de filmación.

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Nasseri siendo fotografiado junto a un poster publicitario de la película, que estaba en una de las maletas al lado de su sofá.

La historia de Nasseri ya había inspirado previamente una película francesa en 1993, titulada “Perdido en tránsito”, protagonizada por Jean Rochefort.

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2 comentarios en «El hombre que vivió 18 años en un aeropuerto: el Tom Hanks de verdad»

  1. Interesante historia la de este sujeto, es curioso cómo algunas circustancias de la vida inspiran a otras para hacer películas sobre estos hechos.

    Salu2!!

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