Educación y fracaso escolar

¿Qué sentido tiene renovar al completo nuestra ciudad si nadie se toma la molestia en reformar a los ciudadanos que viven en ella?

Acerca de la educación en nuestro país

Es maravilloso vivir en un país como España en el que la enseñanza es gratuita y obligatoria. Pero de poco sirve la educación si no se educa en valores morales que aporten a la estudiante o al estudiante la idea de que puede llegar a ser alguien importante en el día de mañana y que para ello se le van a proporcionar los mejores tratos, medios y servicios. Ha habido un enorme declive en la educación de primaria, secundaria e incluso, me atrevería a decir que en la universitaria.

Siempre le podemos echar la culpa de esto a alguien dependiendo de en el bando en el que nos encontremos: Los profesores/as dirán que la culpa la tienen los padres que ya no prestan la atención necesaria a sus hijos y ni siquiera les compran material escolar. Otros educadores/as dirán que la culpa la tienen los jóvenes por falta de interés y de motivación.

Se dice que la violencia en televisión les ha convertido en unos auténticos criminales. Tanto los estudiantes como los padres se quejarán de los métodos de enseñanza de los profesores/as, de lo mucho que faltan a clase los profesores universitarios y de cómo se dedican algunos a contar su vida en lugar de dar la asignatura. Y por supuesto todos en contra del sistema, dirán que la culpa de todo la tiene Esperanza Aguirre.

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¿De dónde viene tanto fracaso escolar?

Podemos decir que la culpa es de todos/as y de ninguno/a a la vez. Como sabemos el principio de las fundamentales labores humanas ya sean la libertad, el amor o el conocimiento empiezan por una/o misma/o. Si cada estudiante decide por cuenta propia dar lo mejor de sí misma/o, colaborar en clase, contentar a sus padres y especialmente a sí misma/o, está claro que facilitará la labor a la maestra/o docente y comenzará a cambiar el sistema.

No obstante, como sabemos las personas inteligentes y sensibles tienden a ser discriminadas por la mayoría siendo despectivamente denominadas “pelotas” o “empollonas/es” en la escuela secundaria, de modo que cuando llegan a la universidad la gran mayoría se quejan de que su opinión no cuente para nada y sin embargo se quedan calladas/os como muertos cada vez que el profesor/a universitaria/o propone un debate.

Está demostrado, participan unas/os cuatro o cinco en el mejor de los casos. Sin embargo, puedo decir por experiencia propia que en otros países los estudiantes universitarios están ansiosos de demostrar todo lo que saben, van a clase y alzan sus manos respondiendo al profesor pretendiendo expresarse lo mejor posible. Y si es en el caso de nuestra carrera: filología inglesa, procuran hablar inglés lo mejor posible y son apreciados por ello.

Casi lo contrario que aquí en España, donde tenemos profesores excelentes, bibliotecas admirables, cantidad de cultura, hablamos la lengua más hablada después del chino y el inglés…Y sin embargo somos incapaces de sentirnos orgullosos de ello, mucha gente piensa que lo bueno de España es lo divertidos que somos, el cachondeo que nos traemos con la educación. Cuando en realidad la/el estudiante universitaria/o se siente frustrada/o cuando se da cuenta de que su licenciatura nunca será tan valiosa como la de un graduado en Harvard, en el Queen Mary o en el Trinity School dónde se da lo mejor y se exige el máximo esfuerzo.

Por supuesto privatizar las universidades como se ha hecho en Inglaterra, Virginia Woolf en los años 20 se quejaba en su ensayo titulado: Three Guineas del estado inglés que invertía en armas en lugar de en educación, que sin duda sería la mejor opción para el progreso de un país con tantos recursos. En España ahora pasa más o menos lo mismo. No se invierte en educación ni en investigación. En nuestro maravilloso país de enseñanza pública y gratuita muchos estudiantes universitarios se ven obligados a trabajar a la vez que estudian porque no tienen suficiente dinero para pagarse la matrícula, y así muchos ni siquiera consiguen terminar sus estudios, ¿paradójico, no?

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Soluciones propuestas al respecto

Puesto que no tiene ningún sentido criticar la labor de otros sin proponer soluciones aquí expongo unas cuantas propuestas orientadas hacia la mejora de la educación en España:

– Enseñanza pública y de calidad. ¿Cómo sería esto posible? Aquí debe ser el ministerio de educación el que debe actuar, este ministerio al que tanto apreciamos y agradecemos sus becas de estudios y de intercambios en el extranjero. ¿Qué sentido tiene reformar al completo nuestra ciudad y los edificios que contiene si nadie se toma la molestia en reformar a los ciudadanos que viven en ella?Hay colegios y universidades preciosas por fuera pero llenas de almas vacías y de personas que piensan que no llegarán a ser otra cosa más que fracasados. Si se invirtiera más en educación y menos en campos de fútbol y en armas el porcentaje de delincuentes y parados disminuiría notablemente.

– Enseñar a vivir, enseñar a comportarse. No tiene ningún sentido que las profesoras y profesores tengan fama de ser profesionales mal pagados, ¿qué consecuencia tiene esto? Que no se esfuercen en crear personas emprendedoras si no personas perdidas y desorientadas. Ahora está de moda el acoso escolar, los alumnos que le pegan palizas a sus compañeros y lo graban con una cámara de vídeo, los que violan a las jovencitas, los profesores a los que se maltrata física y verbalmente…No se habría llegado a este límite si el ministerio de educación se hubiera dedicado a pagar mejor a sus profesores, si en los oficios no se exigiera trabajar tantas horas a padres y madres y que después dejen a sus hijas/os tantas horas delante del televisor contaminando sus mentes.

Mi generación fue la de los criminales que faltaban al respeto a los profesores, y la de la profesora licenciada en geografía pero que te daba clases de inglés y así una larga lista de disparates. En mis años de instituto teníamos un “Orientador” para todos los estudiantes. Se supone que era un psicólogo y que estaba ahí para responder a nuestras inquietudes. Lo que recuerdo de áquel orientador es que me dijo que las carreras que a mí me interesaban (las Filologías o Traducción e Interpretación) estaban totalmente desfasadas y que sólo me servirían para estudiarlas por placer.

Y así cada vez la educación pretende ser más privada, y el pensamiento más tecnócrata. Nos hirieron enormemente en el 2005 cuando amenazaron con hacer desaparecer la carreras de Historia del Arte, de la Música y algunas Filologías. Sin embargo estas carreras continúan vigentes, puesto que aparecen dentro de los títulos oficiales del Ministerio de Educación y Ciencia (www.mec.es). Se hicieron manifestaciones apoyando estas licenciaturas, se escribieron artículos en defensa de las letras en los periódicos (gracias Ángel Rupérez) e incluso se crearon páginas webs a favor de estas licenciaturas.

El pensamiento racional es lo único que podría sacar de su enorme crisis a la educación de este país. Como decía, en mi época estudiantil en el instituto sólo los que optamos por la opción de letras recibimos clases de historia del arte, ética, filosofía y psicología. Francamente éstas fueron las únicas asignaturas que me sacaron del pozo de la ignorancia y de la falta de interés por el estudio propias de una adolescencia llena de seres confundidos en un siglo tan revuelto como el nuestro.

La única escapatoria al mundo absorbente de nuestra sociedad posmoderna y posconsumista: las modas, la televisión, la publicidad, los medios de comunicación, etc. Lo único que podía dar sentido a nuestras corrompidas y envenenadas almas adolescentes eran los libros de filosofía, ética, psicología, así como las charlas y ponencias de algunos admirables educadores.

Y ahora propongo: ¿no sería conveniente que desde el primer año de instituto todos los estudiantes tuvieran al menos alguna de éstas asignaturas como obligatoria? Eso les ayudaría a pensar por sí mismas/os, a descubrir que sus frustraciones y problemas personales no están únicamente dentro de ellos si no que pertenecen al alma humana.

Una buena educación, una buena profesora/or y un buen estudiante pueden hacer del infierno un lugar dónde vivir y dónde crecer, con igualdad de oportunidades. Sin sentirse menos que las/los demás ciudadanas/os europeos.

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